La gente suele volverse tonta porque fue víctima de abusos en su infancia y nunca logró superarlo. Claro está, haber sido víctima no es una excusa válida: cualquiera puede trabajar en sí mismo para liberarse de sus traumas. Aun así, siempre es apresurado juzgar a alguien sin hacer al menos el esfuerzo mínimo de ponerse en su lugar.
Los Tontos Te Dan La Oportunidad De Mostrar Empatía
Es fácil ser amable con la gente amable. La ley de reciprocidad nos empuja naturalmente en esa dirección. Lo difícil es mostrar empatía hacia quienes, en apariencia, no la merecen — yendo en contra de esa misma ley. Ahí está el verdadero reto.
Es como montar en bicicleta: cuesta abajo, el esfuerzo es casi nulo; cuesta arriba, es considerable. Sin embargo, es la subida la que nos fortalece, no la bajada. Del mismo modo, el progreso exige esfuerzo. Cuando pedaleas, desarrollas tu corazón y tus músculos; cuando muestras paciencia y amabilidad con personas difíciles, fortaleces tu voluntad, tu corazón, tu alma e incluso, muchas veces, tu inteligencia.
En este sentido, los tontos son una excelente ocasión para forjar carácter. Como representan obstáculos — fricción —, son una fuente inagotable de crecimiento… igual que la tontería misma, que también es inagotable.
Una Paciencia Infinita Produce Resultados Inmediatos
Para progresar, hay que aceptar cierta dosis de estrés. El estrés no es más que la reacción del cuerpo ante una presión: física, intelectual, emocional o espiritual. Demasiado estrés es perjudicial, pero un nivel moderado y constante nunca hace daño.
Desde esta perspectiva, las relaciones de pareja aportan una dosis saludable de estrés: generan fricción constante, lo que te da la oportunidad de mejorar. Claro está, todo depende del equilibrio. No te aconsejaría casarte con un tonto solo para entrenar tu paciencia. Ya hay suficientes tontos en el mundo como para invitar a uno a tu cama.
Siempre Eres El Tonto De Alguien
Visto de otra forma, un tonto no es más que alguien con un nivel de conciencia inferior al tuyo. En lo más bajo de la escala estarían las personas con más problemas psicológicos; en lo más alto, figuras como Buda o Jesús.
Si tú no estás en la cima, entonces necesariamente eres inferior a otros. Aceptarlo implica humildad. También implica dar a los demás la paciencia que desearías recibir de aquellos que te superan.
Acepta Tu Parte De Tontería Para Reducirla
Siempre pensamos que “los tontos son los otros”, cuando en realidad solemos ser nosotros los primeros tontos de nuestra propia vida. Lo que define la tontería es la certeza absoluta, la incapacidad de cambiar aunque sea un poco.
La duda es un antídoto poderoso contra la estupidez, pero primero hay que aplicarla a uno mismo. Si nunca dudas, quizá ya seas un gran tonto. Tener la humildad de preguntarte cada día: «¿Y si el tonto soy yo?» es probablemente la mejor manera de no llegar a serlo… o de no volver a serlo.
Evitar A Los Tontos
No hay que vivir encerrado en uno mismo, pero sí es necesario tener un lugar donde recargarse. Los tontos son agotadores, y no es raro acabar contagiado por ellos, drenado de toda energía.
Para evitarlo, lo mejor es aprender a identificarlos con antelación y reducir al mínimo el tiempo que pasas con ellos. En general: mejor la soledad que la tontería.
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